MORTADELO

Estudios y artículos sobre la serie Mortadelo y Filemón, de Francisco Ibáñez

 

 

Francisco Ibáñez Talavera & Mortadelo y Filemón

Por Miguel Fernández Soto

 

Caricatura de Ibáñez, por Tran

 

La crisis en el sector del tebeo de finales de los años cincuenta que motivó la deserción de la primera generación de dibujantes de la editorial Bruguera (Escobar, Cifré, Jorge, Conti, Peñarroya) para crear una cooperativa que editaría la revista Tío Vivo, propició la renovación de la plantilla de Pulgarcito con historietistas como Gin, Estivill, Segura, Raf o Ibáñez. Todos ellos venían a representar savia nueva para una revista que hasta entonces había conservado sus personajes de la posguerra, caracterizados por un humor testimonial, reflejo de una realidad que ya iba quedando atrás, y por tanto resultaba conveniente adaptarse a los nuevos tiempos.

Mortadelo y Filemón fueron unos de tantos personajes que intentaban esa renovación, desde su ya lejana aparición, el 20 de enero de 1958 en el número 1394 del citado semanario. A Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 1936) le habían encargado que creara un personaje nuevo, sobre el tema de los detectives, con algún rasgo que lo diferenciara de los demás. El propio autor define así su creación: “quise evitar la típica historia de policías y ladrones, y para ello convertí a Mortadelo en un transformista capaz de alterar su personalidad en cualquier momento y así darle más salsa a las situaciones”. Poco podía sospechar el autor entonces que esta afortunadísima idea le iba a encumbrar en el mundo del cómic, pero no nos anticipemos.

En los primerísimos tiempos, los personajes eran los dos únicos componentes -Jefe y empleado- de una agencia privada de investigación. Filemón era el vivo retrato de Sherlock Holmes, y como tal, fumaba en pipa y vestía con americana y sombrero: nada que ver con su look actual. Filemón era el jefe y lo demostraba tratando despóticamente a su subordinado.

 

 

Mortadelo, en cambio, ya desde su primera aparición portaba la indumentaria que le ha hecho famoso, paraguas y un bombín del que sacaba los disfraces más insospechados. Mortadelo era el subordinado despistado que todo lo hacía al revés y que desencadenaba frecuentemente los malentendidos por los que el cliente siempre terminaba persiguiendo a Filemón. la naturaleza despistada de Mortadelo y su habilidad para disfrazarse le granjearon rápidamente una popularidad de la que nunca gozó su jefe.

En Mortadelo y Filemón pronto comenzaron a despuntar algunos rasgos nuevos respecto al humor típico Bruguera: si hasta el momento, lo habitual en las historietas de la casa era conducir la narración hacia un único chiste final, Ibáñez planteaba sus historietas como una sucesión continúa de gags. Su originalidad comenzaba a diferenciarle del resto.

Ibáñez es deudor, en su manera de entender la historieta, de los grandes autores cómicos del Pulgarcito, pues como él mismo dice: “Para nosotros no ha existido ningún aula en la universidad que nos enseñe a ser dibujantes de tebeos. Entonces todos nos fijábamos en Cifré, o en Peñarroya, o en Conti, o en Escobar, o en Vázquez, imitando sus dibujos hasta que uno se hace un estilo propio.” Pero también, y sobre todo, Ibáñez tomó prestado del cine cómico el movimiento continuo de los personajes,la sucesión de gags. Se trata, en definitiva, de trasladar al papel las películas de Abbot y Costello, de Laurel y Hardy, de Harold Lloyd, de Charlot o Buster Keaton. Mortadelo y Filemón reúnen características de estos cómicos sin permitir jamás que estas suplanten sus bien definidas personalidades.

Los personajes evolucionaron rápidamente a la par que se incrementaban los recursos de Ibáñez como narrador y su capacidad para generar gags de acción. Filemón pronto perdería su americana y se quedaría simplemente en mangas de camisa; Mortadelo dejaría de sacar sus disfraces del bombín para disfrazarse instantáneamente entre viñeta y viñeta. Las historietas ganaron en movimiento, agilidad, frescura y expresividad. Los personajes se hicieron muy populares, multiplicando sus apariciones enprácticamente todas las revistas Bruguera. Ibáñez llegó a producir hasta veinte páginas semanales repartidas entre todos sus personajes: 13, Rue del Percebe, El Botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, La familia Trapisonda, Don Pedrito... Las historietas de Mortadelo y Filemón pasaron de una a dos páginas e incluso cuatro, en los almanaques o números especiales, con lo que ganaron en posibilidades expresivas.

 

 

Con el final de la década de 1960 se impuso un nuevo modelo de publicación que implicaba un salto cualitativo de las historietas. Entonces hacían furor en Europa las publicaciones como Pilote o Spirou y Rafael González, director de las publicaciones Bruguera, decidió imitarlas con Gran Pulgarcito (1969), donde reuniría la flor y nata de losautores bruguerianos. Se trataba de hacer historietas con un dibujo más cuidado, que se serializaban en la revista para ser posteriormente recopiladas en álbum. Ibáñez aprovechó la oportunidad que le brindaba el disponer de más espacio en sus historietas para renovar los personajes por completo, adaptándolos a los nuevos tiempos. Mortadelo y Filemón se integraron en la T.I.A. como agentes secretos, ahora bajo las órdenes del tiránico “Super”, ampliando su campo de acción con misiones de mayor alcance que la típica caza del caco y en ámbitos frecuentemente internacionales. A su vez, Ibáñez pudo desarrollar plenamente su estilo, esa sucesión arrolladora de gags que no permite al lector un momento de respiro, acompañada de un dibujo muy detallado que conjugaba su estilo con el de otros autores Franco-Belgas, como Franquin o Tillieux. El Sulfato Atómico fue la primera aventura en este formato, que no tardó en aparecer recopilada en álbum. Se iniciaba así una nueva y decisiva etapa, que catapultaría a los personajes de Ibáñez al éxito internacional.

En 1970 se suspendía Gran Pulgarcito, pero se trasladaba lo mejor de esta publicación a una nueva revista bautizada con el nombre de Mortadelo, el más popular de la pareja, donde continuarían serial izándose las aventuras largas, ahora en episodios autoconclusivos y con un dibujo más Standard. A partir de entonces, la ascensión hacia el éxito de los personajes fue imparable: se sucedieron los números extras de la revista; Aparecieron colecciones de álbumes en tapa duray rústica que recopilaban respectivamente las historietas largas y las breves; En 1972 aparecía la revista mensual Súper Mortadelo y posteriormente otras como Mortadelo especial y Mortadelo Gigante. Paralelamente, iban abriendo mercados: Países como Francia, Alemania, Portugal, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia, Holanda, toda Hispanoamérica, Grecia, Turquía y Tailandia han podido disfrutar de sus disparatadas aventuras en sus respectivos idiomas.

La industrialización delos personajes hizo que el ritmo de producción se intensificara, e Ibáñez tuvo que relegar las labores de entintado en otras manos, mientras que un equipo de dibujantes y guionistas se encargaba de realizar las historias cortas.

 

 

La estrecha vinculación del dibujante con Bruguera, que parecía indisoluble, finalmente se rompió cuando la editorial, en crisis desde principios de los ochenta, dejó de cumplir con sus pagos a los dibujantes. Grijalbo acogió a Ibáñez, junto a Raf, Segura y Martz-Schmidt en la nueva revista semanal Guai! para la que nuestro autor trabajó durante dos años inventando nuevos personajes de recuperar sus personajes Mortadelo y Filemón en la nueva cabecera Yo y Yo mientras se solventaba el tema de los derechos de propiedad. Finalmente, Ibáñez llegó a un acuerdo con Ediciones B, que se había hecho cargo del fondo de la Editorial Bruguera para proseguir con sus creaciones en las nuevas revistas, Mortadelo, Súper Mortadelo y Mortadelo Extra, herederas directas de las clásicas publicaciones del gigante editorial desaparecido.

Desde hace bastante tiempo, el humor de Ibáñez ha ido evolucionando desde la comicidad absurda de los primeros tiempos hacia una sátira del mundo actual. En los sucesivos álbumes se tratan temas candentes como la corrupción y el terrorismo; Acontecimientos de gran magnitud como las olimpiadas y los mundiales de fútbol; Las modas del momento, como los dinosaurios y los expedientes X. Con estas concesiones a la actualidad, se ha conseguido mantener la vigencia de los personajes.

En 1994 se le concede a Ibáñez el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona, en reconocimiento a toda una vida dedicada a la historieta. Una carrera profesional verdaderamente fructífera, porque ha conseguido llegar con sus personajes a lectores de medio mundo ymantenerlos en elcandelero durante tantos años, superando todas las crisis que han afectado al tebeo. Y para ello, Ibáñez ha trabajado duro, derrochando talento, para seguir dándole al público su dosis periódica de diversión.

En la actualidad, Mortadelo y filemón cuentan con más de170 álbumes y su autor continua produciendo varias aventuras anuales que se comercializan directamente en álbum, ahora que ya no existe el soporte de las revistas, lo que demuestra que Ibáñez continúa en plena forma creativa. Su arrolladora personalidad artística, capaz tanto de imponer su estilo en una editorial ya de por sí innovadora como Bruguera en los años 50 y 60,como de arrancar la sonrisa a millones de lectores en todo el mundo, se ha unido al carisma de Mortadelo y Filemón para crear uno de los grandes clásicos de la historieta española.

 

 

 

PORTADA