TESTIMONIOS

Declaraciones de autores y otros profesionales que han pasado por la Editorial Bruguera

 

 

Nicolás (autor de La gorda de las galaxias):
Mi testimonio sobre Bruguera

Por Nicolás Martínez Cerezo, Noviembre de 2000

 

 

Misterio, humor y poesía...

 

Desde el principio hubo una conexión mágica entre mi insólito universo y el mundo Bruguera, como si mi vida surgiera de sus viñetas...

Mi nacimiento en enero de 1958 coincide con la aparición de Mortadelo y Filemón.

Muy pronto empiezo a ver los tebeos y a entrar mágicamente en los dibujos.

Tío Vivo es la pura revista de humor en sus tres etapas: Conti, Enrich y Rue del Percebe. Can Can convierte “La Codorniz” en tebeo y Perich ya late en el DDT...

Todo esto lo respiro en mis primeros años y me marca misteriosamente cuando Jorge y Cifré mueren en 1960 y 1962. La muerte de Cifré perfuma de misterio toda mi niñez, y Tribulete es mi compañero de paisajes desolados.

 

Nicolás, con el Premio Ivá

 

Me fotografían en el día de reyes de 1963 y en la alfombra están los muñecos del Jabato. Todos los tebeos van pasando por mi vida: El Campeón, Pulgarcito, Din Dan, Tele Color, los libros de “Historias” y “Héroes”.

También el poético Jaimito y el eterno TBO, además de los deliciosos Novaro, pero la difusión de Bruguera es la que más huella deja en los kioskos del Madrid de mi infancia.

Convertido yo mismo en una criatura del tebeo, comienzo a editar mis propias revistas —“Kraal” y “Quagga”— desde 1963 a 1972. Hacia 1969 escribo a Bruguera y me responden proféticamente, anunciándome que dentro de unos años llegaré a ser dibujante de la editorial.

Son los años del Gran Pulgarcito con su mítico “Museo de la Historieta”, donde renacen Tribulete y Don Furcio Buscabollos... y en Tossa de Mar descubro “Bravo”, agridulce rescate de historietas de Cifré y Jorge.

Nuevas revistas me atraen—Strong de Ray Ferrer, Gaceta Junior, Trinca, El Cuco, Hermano Lobo, El Globo—y voy dejando aquellos tebeos Bruguera, pero con su semilla forjando mi destino.

Siendo colegial ya surjo como profesional del humor gráfico: en 1974 me entrevistan en el programa Mundo Pop de TVE, gano un premio de pintura y empiezo a publicar en “Disco Expres” y “Posible”; en “Hilo Musical” dibujo “El Show de Nicolás” y en 1975 entro en “La Codorniz” con un chiste que se hace famoso: “entró, entró”. Convertido en el humorista más joven del país escribo un editorial, —“Buen Humor” — en un periódico madrileño, compartiendo la página con el Cardenal Tarancón.

1977 comienza siendo mi gran año en “La Codorniz”, con una explosiva página semanal — Nicolás en el país de las maravillas” — que revoluciona el mundo codornicescco; pero llegan los pistoleros de Summers, suprimen mi sección y asesinan la revista.

Colaboro con la casa de humor de Gabrovo (Bulgaria), en cuyas publicaciones coincido con Topor —mi compañero en “La Codorniz"— y Woody Allen. En 1982 soy columnista de la nueva revista de humor “Balalaika”, humorista del almanaque Agromán y guionista de Alfredo Amestoy en TVE.

 

Nicolás, Gerardo y Olive

 

En 1983 comienzo mi tira semanal “Pepa, Pepe y Pepita” en Semana, y en el verano de ese año inicio mi asalto definitivo al universo Brugue: en la Hemeroteca me sumerjo en toda la historia Bruguera, luego escribo a Libresa para informarme de los tebeos del momento; durante julio y agosto voy creando unos 20 personajes especialmente concebidos para Bruguera, cada uno con su historieta a todo color. En septiembre lo envío todo a la editorial; inmediatamente me telefonea Mercedes Blanco: ya soy dibujante de los tebeos de mi infancia.

Mercedes y casi todo el equipo básico —Anna María Palé, Montse Vives, Mariví Calvo, Montserratr Jimenez— están entusiasmados con mis personajes “La gorda de las galaxias”, “Maladona” y “Don Marino y su submarino”, que son la mayor revolución en toda la historia de Bruguera. Revolución estética e ideológica, una subversión nunca vista en los tebeos.

De golpe introduzco en Bruguera el surrealismo codornicesco —Mihura, Jardiel, Tono— y casi lorquiano. Revoluciono el color, los guiones, la rotulación, el dibujo. De pronto soy el único autor completo: guionista, rotulador, colorista.

Sin embargo, el precio que me pagan es bajísimo: 2.500 pts por página (En “La Codorniz” de 1975 percibí mil por chiste y en “Semana”, diez mil por cada Chritsmas), pero no importa: lo fantástico es estar en Bruguera.

Durante los últimos meses de 1983 voy enviando a Barcelona las historietas que empezarán a publicarse en 1984. Pero de repente me devuelven una página: decepcionado escribo a Mercedes presentando mi dimisión. La propia Mercedes me escribe: “ A Ibáñez y a todos siempre les hemos devuelto páginas y ninguno se lo tomó tan a la tremenda. Espero que hagamos las paces”. Paralelamente recibo un cheque: cada página me la suben a cuatro mil. Hago las paces, y desde entonces no vuelven a devolverme una historieta.

Entre Mercedes y yo se consolida una auténtica amistad, Toda Bruguera se convierte en mi mejor amigo. La más cordial relación de toda mi vida profesional.

Simplemente me dicen que no ponga fondos negros en “La gorda de las galaxias”, algunas pocas veces me censuran alguna palabra, pero muy pocas. En general me brindan la mayor libertad de toda mi carrera, una libertad que hoy no existe en el salvaje neocapitalismo.

Libremente hago experimentos estéticos, revoluciones, continuas subversiones de guión, color y dibujo. Y Bruguera lo acepta todo con una audacia insólita en las editoriales.

Dinamito todas las normas y Bruguera apoya mi radical vanguardismo.

Desde el número 561 del Zipi y Zape, aparece “La gorda de las Galaxias”, anunciada en portada y contraportada. “Maladona” y “Don Marino” aparecen en Pulgarcito.

Interiormente, Bruguera se está hundiendo económicamente, pero siempre cumplen conmigo. A veces tardan, pero jamás queda una deuda sin pagar. No sólo eso:en 1985 me suben cada página a cinco mil y poco después a seis mil... Subidas que me brindan voluntariamente, sin haber pedido yo ningún aumento.

“La gorda de las Galaxias” se va convirtiendo en leyenda, con fans fanáticos y enemigos cerriles. Su influencia se deja ver en Deliranta Rococó, Roquita y en muchos diálogos, dibujos y guiones.

Mercedes Blanco y Montse Vives vienen a Madrid en 1985 y me invitan a cenar. Poco después Bruguera entra en fase terminal, pero en diciembre recibo una avalancha de pagos pendientes.

Con fantásticos proyectos, Montse y Mercedes intentan el renacimiento: “Genios de la historieta”, el nuevo “Tío Vivo” con mis portadas... es 1986 y son los últimos meses de Bruguera, que coinciden matemáticamente con los últimos de mi padre, alcanzando sin embargo la máxima calidad de las últimas décadas. La economía se hunde, pero el arte va en aumento: “Zipi y Zape” es más hermosa que nunca; Francisco Serrano realiza un delicioso Pulgarcito...

 

Nicolás y Rebote

 

El 28 de julio redacta Bruguera su última Circular: “Tras la delicada situación de la editorial, ésta va a entrar en proceso de liquidación, por lo cual no prodremos hacer frente a los compomisos materiales que con ustedes teníamos contraídos...”. No obstante, la propia Mercedes se encarga de hacerme llegar todo el dinero que se me debía.

En 1987 aparecen los tebeos de Ediciones B, capitaneados por Mercedes Blanco, quien sigue contando conmigo como la estrella de la editorial. “La gorda de las galaxias” vive cada semana en las páginas centrales del Zipi y Zape, con la excelente realización de Julio Fernández.Ambos —Mercedes y Julio— siguen dejándome total libertad. Con ellos dos permanece lo mejor de Bruguera.

Pero en 1988 se va Merccedes y es entonces cuando realmente muere Bruguera. El neocapitalismo del grupo zeta se apodera del mítico universo y lo asesina definitivamente. Su primera medida es suprimir los dos personajes emblemáticos de la última década del Zipi y Zape: “La gorda de las galaxias” y Robin Robot.

Mortadelo aúin va publicando mis chistes “chifladuras" durante 1988, pero de pronto Ediciones B comienza a censurarlos brutalmente: dibujando encima de mis dibujos, triturándolos... barbarie que yo jamás había sufrido en Bruguera ni en ningún sitio.

Tras esto soy suprimido.

Desde entonces recibo continuos testimonios de lectores de “La gorda de las galaxias” y “Don marino y su submarino”, legendarias criaturas que llenaron de insólita magia muchas infancias: Hoy son personajes de culto, renacidos en fanzines como El Boletín –número 43–, tebeos del bollo –extra Zipi y Zape– “La gorda de las galaxias y sus amigos”, “Nicolás, el robinson grafico-literario”, “La vaca que ríe·”, Kastellón, Mucho comi, Amaníaco. Comicguía y ahora mismo, La Madriguera.

Recibo igualmente homenajes de dibujantes como Kalvellido y el cariño de Azagra, Sanchis, Eloy Luna, Jan, Monteys, Rojas, Ramis, Cera, Fritz, Martín Cabo... Mi densa obra gráfica y literaria —Humor, enciclopedias, novelas, poesía, ensayo, memorias— es atesorada por mi albacea Luis Alberto de Cuenca —Secretario de Estado del Ministerio de Cultura— y mis amigos Rebote, Sergi Ruiz Villaescusa, Rubén Garrido, Javier Arrizabalaga. Rai Ferrer me dice: “Viendo y leyendo toda tu obra me has hecho pensar en Lorca y Rimbaud, estás mejorando el mundo en que vivimos”...

La gorda de las galaxias ya está en el museo del dibujo y ella misma publicará próximamente el artículo “Nicolás y yo” en El Botellón Literario”...

 

 

 

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