TESTIMONIOS

Declaraciones de autores y otros profesionales que han pasado por la Editorial Bruguera

 

 

¡Yo estuve allí!

Por Miguel Pellicer

Catálogo "Tebeos de nuestra infancia"
Fundación Gin, 2000

 

 

Entré en Bruguera en el año 1961, pero en verdad todo empezó mucho antes. Quería ser dibujante de tebeos y como cada semana mi padre, que era un forofo de los dibujos con bocadillos, compraba cuantas revistas de comic aparecían. Yo estaba al corriente de autores y personajes: Maravillas, El Aventurero, Chicos, Mis chicas, Nicolás, TBO, Pulgarcito, comics de Novaro, El Once, El Coyote, Jaimito, Pumby y no recuerdo cuantas más. Pero especialmente me entusiasmaba Pulgarcito.

Estábamos en los largos años de la postguerra cuando era normalfrases como: “Estas dos parecen las hermanas Gilda”, “Tiene más hambre que Carpanta”, “Calla Furcio Buscabollos”, “Eres más mala que Doña Urraca”, etc, pero no eran sólo frases infantiles, pertenecían al argot de aquellos años.

Ahora, desde nuestros días, admiramos estos personajes del cómic y a sus autores por la calidad de los dibujos y su sentido del humor, pero entonces, que no había TV y la gente se pasaba horas leyendo tebeos, los protagonistas de las historietas eran tan populares como los famosos de la televisión actual.

Creo que la revista más leída en los años 40 fue TBO, que disponía de poquísimos personajes fijos (familia Ulises, Josechu el vasco, El profesor Franz de Copenhague y no recuerdo ninguno más). Seguía en lectores Pulgarcito. Poco a poco la visión comercial de Francisco Bruguera y la creatividad de Rafael González, jefe de Redacción de Bruguera, fueron acaparando todo el mercado del comic publicando continuamente nuevas revistas: Campeón, Tele Color, Can Can, Gran Pulgarcito, Mini Pulgarcito, DDT, Cole Cole, Din Dan, Gina, Esther, Lily, Sissi, Bravo, Etc. Y también editó Tío Vivo, comprada a un grupo de dibujantes que intentaron competir, sin éxito, con la poderosa editorial.

Cuando empecé a colaborar en Bruguera (1961) yo era dibujante publicitario, pero mi ilusión era llegar a ser dibujante de tebeos (que allí decían de historieta, para no hacer referencia al TBO), pero el famoso sr. González, sin mirarme a la cara como siempre hacía, estimó prudente que yo dibujara solamente chistes, que en aquel entonces pagaba cada uno a 12 pts. Presenté unos 20 originales y me compró solo uno, previas modificaciones en el dibujo, claro. Pero me propuso ingresar en la empresa como editor de libros infantiles, acepté y así fue como pude conocer a todos mis ídolos de los tebeos, perdón, de las historietas.

Eran todos colaboradores externos, trabajaban en sus casas y un día a la semana iban a entregar sus dibujos. En esta esperada fecha, después de estar siete días encerrados en sus casas, llegaban con unas ganas locas de hablar. El ambiente entre ellos era festivoy su contacto con los redactores excelente, predominando siempre el buen humor. Algunos redactores eran magníficos humoristas como Oli, Turnes y Perich, por lo que su afinidad con dibujantes y guionistas permitía un buen entendimiento.

Ningún dibujante nadaba en la abundancia, sus ingresos solo les permitía pertenecer a un nivel medio más bien bajo. Aunque recordados algunos por la popularidad que llegaron a alcanzar sus personajes, otros autores realmente buenos no llegaron a ser conocidos porque abandonaron demasiado pronto, al no poder o no querer adaptarse a las exigencias de la editorial.

Normalmente, la puntualidad en las entregas no era muy respetada. Recordaban, eso sí, que los trabajos entregados durante la semana se cobraban el lunes siguiente. Por esta razón la mayoría aparecían los sábados y el lunes.El continuo auge de Bruguera permitió dar a conocer numerosos autores. Era difícilencontrar dibujantes y guionistas que no hubiesen estado en contacto, de una forma u otra, con la Editorial. Los originales quedaban en poder de la empresa editora y los dibujantes tenían que trabajar en exclusiva total. Exclusiva que naturalmente no podía ser soportada por la mayoría de autores, ya que en muchos casos los encargos de Bruguera ni siquiera completaban su capacidad de producción, ni económicamente les permitía vivir de forma holgada. Por ejemplo, Raf, que era una veloz máquina de dibujar, trabajaba al mismo tiempo para TBO bajo el seudónimo Roldán.

No me atrevo a calcular el número de páginas que se publicaron en esta etapa, pero el archivo de originales consiguió llenar unos 200 metros de estanterías y por falta de espacio llegaron a destruirse numerosos originales.

Todo el mundo tiene su personalidad con sus matices y pequeñas diferencias, pero la mayoría de estos autores tenían siempre algún detalle muy original.Por ejemplo, Peñarroya, un personaje simpático y bonachón,hacía viajes imaginarios, siguiendo carreteras de países lejanos, visitando misteriosas ciudades y peligrosas rutas, que nadie en esas fechas podía realizar, todo ello en su casasobre unos magníficos mapas...

Vázquez disfrutaba vendiendo a desconocidos imaginadas parcelas en forma de parterres enrollables para guardar debajo de la camadurante la semana y desenrollarloslos fines de semana en cualquier lugar....

Conti era todo un caballero, de las personas más respetadas por laredacción.Su producción más admirada en redacción fue siempre Chistes. Chistes que aparte de publicarse en las revistas, Creaciones Editoriales, un departamento de Bruguera, vendía en Inglaterra. Era tal su originalidad en los trabajos ytan altala cantidad de ocurrencias dibujadas cada semana que se disculpaba contando que disponía de un sistema de fichas con situaciones, frases, escenarios y personajes que mezclaba, sacaba al azar una de cada y con ellas formaba automáticamente un chiste inédito.

Hoy nos puede parecer sorprendente, perola popularidad de cada uno de los personajes era totalmente desconocida por la editorial, los estudios de resultados no existían o eran muy rupestres, hasta que un día a alguien se le ocurrió incluir en todas las revistas que publicaban una encuesta-concursosobre la popularidad de los protagonistas de las historietas. El resultado sorprendió a todos. Nadie podía sospechar que Mortadelo y Filemón de Ibáñez podían conseguir la mayoría de los votos. Seguía a distancia Los hermanos Zipi y Zape mientras los encuestados restantes quedaban a niveles muy inferiores. Rápidamente se editaron las nuevas revistas semanales Mortadelo y Zipi y Zape, aparte de los extras quincenales, los supers mensualesy algunos álbumes gigantes dedicados a cada uno de ellos.

El éxito de Mortadelo exigía una enorme producción continua de páginas que Ibáñez era incapaz de realizar, aunque le repasaran a tinta sus trabajos.Había que buscar una solución que cuidó de poner en práctica Rafael González (el jefe que muchos odiaban o temían, por su fuerte carácter, pero que resultó una personaútil para la editorial, un gran creador que influyó y participó en la creación de la mayoría de personajes y guiones, incluso un innovador en el vocabulario Bruguera) . Organizó un equipo de dibujantes capaz de producir cuantas páginas de Mortadelo fueran necesarias. La producción resultó un éxito en cuanto a cantidad, pero la calidad era ínfima. El contraste de estos dibujos y guiones, con los que Ibáñez seguía perfeccionando, era desalentador y fácil de diferenciar incluso, supongo, por el gran público.

Únicamente había una excepción, que fue Casanyes, el cual supo captar el estilo del auténtico Mortadelo. Pero cuando marchó, enfadado con la editorial, dibujó para El jueves unas magníficas paginas satírico-marranas de Mortadelo, que llenaron de indignación a toda Bruguera.

 

Páginas de Casanyes publicadas en "Titanic",
de Ediciones El Jueves

 

Posteriormente, cuando incluso Ibáñez había abandonado la editorial, el grupo creador de falsos Mortadelos pasó a llamarse Bruguera Equip, que siguió trabajando hasta después de desaparecer Bruguera y se disolvió definitivamente cuando Ibáñez firmó con el grupo Z.Todas estas falsas páginas que desacreditaban a Mortadelo fueron empaquetadasy almacenadas en los archivos de Ediciones B y los fotolitos destruidos para que no se reeditasen más. Con ello, poco a poco, se logró recuperar la popularidad que merecía esta estrella de la historieta.

Otro dibujante que también resultó desacreditado, por la gran producción de guiones y dibujos falsos de sus personajes, fue Manuel Vázquez. Entiendo que resultó el genio creador y renovador de la historieta Brugueril. Pero su carácter imprevisible, siempre sorprendente, con largas y continuas ausencias, permitieron al sr. González improvisar páginas con guionistas y dibujantes mediocres que desprestigiaban a figuras tan geniales como las hermanas Gilda o Anacleto. Vázquez era el hombre de las soluciones únicas para vivir sin trabajar, capaz de deber dinero a conocidos y desconocidos. Y a pesar de ello su producción de páginas fue abundante.Para poder ausentarse de la redacción (cuando le hacían trabajar allí para controlarlo) o justificar el retraso de las entregas, en repetidas ocasiones comunicó sollozando la muerte de su padre. Cuando regresaba de alguna larga ausencia o se disculpaba por alguna trastada descubierta, solía arrodillarse delante del redactor jefe pidiendo desconsoladamente un perdón que aunque inicialmente se le negaba, siempre le era concedido con el consiguiente encargo de trabajos. Fue el único colaborador que cobraba en el momento de la entrega. Incluso un día que llegó con prisas cobró un enorme paquete, que contenía mucha páginas, atadas con un fuerte cordel y que al abrir resultó que la única página dibujada era la de encima. El resto era papel en blanco...

 

 

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