¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 21
20-05-99
La izquierda europea
Estamos al borde de caer en el siglo siguiente, lo que suele acelerar los acontecimientos. Pero hay algo que no parece avanzar demasiado. Y es la izquierda europea. ¿Qué es avanzar, desde el punto de vista de la izquierda? Obviamente, luchar cada vez más por la igualdad, por la libertad y por la fraternidad. Conceptos éstos bastante repetidos como para pensar que a alguien se le han olvidado. Pero no, los líderes de la izquierda europea están embobados, quizás hipnotizados, por el capitalismo salvaje que todo lo arrasa, disfrazado de liberalismo fino. El caso más flagrante de líder de izquierdas lobotomizado es el del primer ministro del Reino Unido. Ya empezó llorando en el funeral de un miembro de la familia real británica, y continuó recortando los gastos sociales a troche y moche. Hasta sus diputados empiezan a votar contra él: recientemente por su pretensión de eliminar ayudas a minusválidos. Qué bestia. Y no digamos su vergonzosa amistad con el pelele que preside el gobierno español. Pero lo más peliagudo es ese invento de la tercera vía que propugna el caradura, exactamente la misma idea que nos quieren vender los ultraconservadores con el nombre de centro. Y le llaman izquierda. Por supuesto, el canciller alemán, otro hipócrita disfrazado de izquierdista, una vez que ha conseguido hacerse con el poder en el partido y en su país, y se ha quitado de encima a todos los críticos, se apunta a la farsa de la tercera vía.  En resumen, los dos países que actúan de comparsa de Estados Unidos en Europa, liderados por auténticos farsantes. Pero hay más. Cuando se supone que debería haber un avance en los logros sociales del viejo continente, gracias a la afinidad ideológica progresista de estos personajes, se ponen todos de acuerdo, incluidos los líderes de Francia e Italia, aparentemente mucho más presentables, para bombardear un país por orden del gendarme mundial. Ese al que llaman ahora genocida es el presidente del Partido Socialista serbio, y comete tropelías sin par, pero por lo menos podemos decir ahora que todos los especímenes humanos que se autoproclaman de izquierdas nombrados en este artículo pueden ser juzgados por crímenes contra la humanidad. Alguno se ha dado cuenta ya, y empieza a reclamar el final de esta locura. (Mientras, en España, aumenta en progresión geométrica el número de pobres. La izquierda española no sabe, no contesta, no existe).
 
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