¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 22
21-05-99
La bolsa y la vida
La Iglesia española ha decidido invertir en bolsa el 30 % del dinero que maneja. Esta buena nueva, que va a hacer posible que tantos y tantos feligreses faltos de recursos económicos puedan por fin ver sus bolsillos repletos de billetes para comprar pan, ha conmovido nuestra alma de cántaro. Creíamos que la especulación era pecaminosa. Creíamos, y estábamos equivocados, que la bolsa era el lugar donde se ganaba el dinero a costa de que los empleados de las grandes empresas siguieran trabajando para los accionistas. Errábamos al pensar que la gran inmoralidad de aprovechar los beneficios de los explotadores para enriquecerse, era otra de las grandes inmoralidades de la iglesia católica. Lo que sucede es que, tal y como están los intereses de la renta fija, tan bajos, la iglesia no les sacaba la rentabilidad suficiente. Y los curas se han lanzado al parqué. Un libro de reciente publicación se titula No le digas a mi madre que trabajo en la bolsa. Su autor, en tono jocoso, explica que hasta hace poco eso de la bolsa estaba mal visto por muchos. Pero hoy ya se sabe que es algo inocuo, pobre mamá, en qué estará pensando. La bolsa española ha experimentado un fuerte crecimiento en los últimos años, gracias a la política de vender todas las empresas rentables del Estado. El patrimonio de todos se ha convertido en el patrimonio de algunos. Algunos, como los obispos, y todos los de su comparsa. Pronto veremos cómo inauguran alguna nueva sede de la bolsa española: un sacerdote, unos monaguillos, unas oraciones, y quedará bendecido el templo de la ignominia. Por sus sicarios más advenedizos.
 
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