¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 37
15-06-99
El cuento del califa
Había una vez un visir que se llamaba Ignogud, que quería ser califa en lugar del califa, y nunca lograba su objetivo. El pobre visir incluso llegó a ver que aunque el califa dejaba de ser el califa, él seguía siendo visir. Rendido a la evidencia, Ignogud se dedicó a recopilar las razones que los escribas de la corte esgrimían para justificar el destrono del califa. Y éste fue el fruto de sus investigaciones: La razón primera por la que el califato quedó descabezado fue el hecho de que los ciudadanos votaron muy poco a favor del califa. Repasando los pergaminos de las últimas décadas, ésta no fue la peor cosecha de votos, pero curiosamente sí la más sonada. Al califa se le acusaba de puritanismo y de dogmatismo. Estas acusaciones eran ciertas. El califa no abandonó la fe en la rebeldía, en la crítica, en el intento de transformar la sociedad. Sin embargo, su método fue nefasto, porque la sociedad caminaba por senderos que el califa no estuvo dispuesto a hollar con sus sandalias. Porque la flexibilidad no es sinónimo de prostitución, ni la salvaguarda de la ética es contraria al acercamiento al pueblo. Pero la batería de críticas más abultada apuntaba a que el califa no se quejaba de los grandes males del neofascismo en el poder: desmantelamiento del estado, privatización de la sanidad, política de inmigración vomitiva, precariedad del empleo hasta la esclavitud, ausencia de políticas activas a favor de los jóvenes, de los marginados... y claro, esas críticas eran falsas. Porque precisamente esos fueron los grandes pilares del discurso del califa. Y hubo más: se le acusó de actuar ambiguamente en el tema de la paz, cuando estar en la reunión de partidos a favor de la tregua era la obligación de cualquier pacifista sincero. Como lo es siempre denunciar las guerras. Fue la puntilla a la campaña indudable que se organizó contra él desde las plumas de los escribas de las izquierdas exquisitas. En poco tiempo, una vez eliminado, llegó la época de las alabanzas. En el fondo, todos los ciudadanos querían y admiraban al califa. Y colorín colorado, el cuento del califa se ha acabado.
 

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