¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 60
10-07-99
El ataque furibundo de la marquesina enajenada
Uno cree que todo está bien, que rezando todas las noches y lavándose los dientes todas las noches y durmiendo poco todas las noches para ver la televisión pongan lo que pongan todas las noches, todo está bien todos los días. Y uno sale de casa todas las mañanas creyendo que todo está bien, que los elementos de mobiliario urbano están bien, que el lechero está bien, que el cartero está bien, que la estanquera está bien, que los pájaros trinan bien, que los coches pitan bien, que los guardias multan bien. Y cuando uno espera que todo funcione, que los semáforos parpadeen, que los buzones traguen, que los contenedores contengan, que los padres tengan hijos y que los hijos tengan muñecos y que los muñecos tengan ojos y que los ojos tengan niñas y que las niñas tengan padres y que los padres tengan hijos, algo sucede que hace a uno pensar que no todo está bien. Y sucede que uno camina tranquilo y una marquesina de autobús se abalanza sobre uno. Y uno consigue esquivar el ataque impetuoso de la marquesina de autobús, y cuando uno se repone del susto, la marquesina permanece impasible, como si nunca hubiera atacado a  nadie. Y uno forja un plan para eliminar a la marquesina, para vengar a las posibles víctimas pretéritas de la marquesina y librar a las víctimas futuras del atrabiliario ataque de la marquesina de autobús. Y uno supone que la marquesina no podrá imaginar que hay un piso en alquiler justo enfrente de la marquesina, y uno lo alquila y se apuesta en el balcón esperando el ataque siguiente de la marquesina, con una cámara de fotos instantánea, para llegar rápido a la comisaría con la foto instantánea y realizar una denuncia rápida que acabe para siempre con los ataques de la marquesina, y podamos seguir uno y los otros viviendo con todo alrededor muy bien: padre, buzón, pájaro y uno. Y poder escribir con tranquilidad en el diario de uno que hoy acabó por fin el ataque furibundo de las marquesinas enajenadas.
 

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