¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 110
3-12-99
Los obispos charlatanes
Los obispos charlatanes han tenido dos nuevas ocurrencias en este ajetreado comienzo de fin de milenio. Los obispos charlatanes han dicho que piden perdón a Dios por la Guerra Civil española. Los obispos charlatanes son lo más divertido de la temporada, porque primero colaboran con la horda de asesinos golpistas que asaltaron el poder el 18 de julio de 1936, y cuando se cumplen 63 años de camaradería, miran hacia el cielo y le piden perdón al dios que veneran, al que no sabemos bien qué mal han causado. Si les da por arrepentirse, algo absolutamente inverosímil, se tendrían que disculpar ante los supervivientes, ante los familiares de las víctimas y ante las generaciones que crecieron ahogadas entre negras sotanas y nubarrones de culpabilidad. Pandilla de inmorales, esclerosis de una sociedad que duerme, se atreven a convocar ruedas de prensa para tomar el pelo a la Historia. Pero les quedaban fuerzas, y la segunda ocurrencia es todavía más insensata: han pedido a los miembros de ETA que se conviertan al cristianismo para así dejar de matar. Quienes se aprestaron a dar su apoyo incondicional a la mayor carnicería de la Historia de España, deciden que unos matarifes dejarán de serlo si entran en el seno de la Iglesia. Esto de las religiones tiene su aquél: si eres del nacionalismo, llegas a dejar a la gente sin seso a tiros para poder identificarte plenamente; si eres del cristianismo, llegas a intentar que se cambien de demencia los que matan por la suya. Ayer, en las concentraciones a favor de la paz y contra ETA, había también gentes de bien sin religión. Pero alguna pancarta rezaba: "Recuerda: no matarás". Se descalifican estos pacifistas de pacotilla por sí mismos: acaban pareciendo obispos charlatanes. Mientras Aznar ríe espasmódico, sus ministros, lobos con piel de cordero, se esfuerzan en enfrentarse a los políticos vascos que mienten sobre la paz igual que ellos, y los etarras preparan nuevas juergas paramilitares, nuevas víctimas para afianzar su Movimiento de Liberación Delirante. Como el de los obispos charlatanes, hombres de negro que aparecen cuando hay memorias que borrar, cuando hay conciencias que secuestrar, cuando hay terror que desperdigar.

VOLVER A MELGUENCIO