¡Oh, el mundo gira!

 

 

DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 112
11-12-99
Europa es diferente
Resulta que vivimos en un continente, por azares del destino, que se llama Europa. Pero hay un club de 15 países (UE) que deciden cuáles de los otros que ocupan ese trozo de planeta deben pertenecer a su club. Ahora quieren entrar 13 países nuevos, para ver cómo son las alfombras y los cuadros. España lo consiguió gracias a que tenía el cinturón flojo y sus pantalones cayeron al ritmo de un referéndum amañado que obligaba a votar que sí, que nos gustaban los militares, que apreciábamos los misiles en lo que valían, que queríamos ser del club aunque fuera a cambio de vivir avergonzados por arrodillarnos ante el gendarme mundial. Ahora, los 13 aspirantes van a pasar también duras pruebas, a saber: Bulgaria deberá olvidar su monopolio mundial en exportación de pétalos de rosa y comercializar esencia de ketchup de Mac Donald’s; Chipre tendrá que redefinir su estatus de isla bicéfala y asiática, para convertirse en un fuerte contra los apaches; la República Checa bajará el precio del cristal si no quiere que los vasos sean de plástico Disney; Eslovaquia deberá controlar su pluralidad multiétnica, porque en poco tiempo una nueva raza de seres que mascan chicle recorrerán comprando castillos su territorio; Eslovenia decidirá si es un barrio de Austria o un satélite alemán, aunque le dará igual ante papá gringo; Estonia seguirá el ejemplo de Finlandia y olvidará las décadas del hinchado imperio comunista, apuntándose al Comité de Actividades Antiamericanas; Hungría querrá volver a su pasado aristocrático, transformando sus baños en réplicas de las cataratas del Niágara; Letonia y Lituania seguirán protegiendo al mundo de la salida de Rusia al Báltico, pidiendo alguna limosnita a cambio; Malta reclamará la figura del halcón, hecho con la materia de los sueños de Hollywood; Polonia rezará para que Alemania siga tranquila, pese a que la OTAN ya le deja sacar el ejército por Europa; Rumania terminará de subastar los bienes de la familia Ceaucescu, para enriquecer a las familias de sus sucesores neoyorquinos; y Turquía tendrá que hacer un plan, pese a Grecia y junto a Chipre, para mover sus territorios en el mapa y colocarlos en Europa. Quizás contraten a la empresa de efectos especiales de Spielberg. Mientras tanto, países como Yugoslavia, Macedonia, Bosnia, Croacia, Bielorrusia, Ucrania o Albania siguen sin ser siquiera candidatos. Quizás cuando estemos todos ya no haya alfombras. Pero está claro que aquel ridículo invento del euro, para entonces sólo será un recuerdo de economistas, desde que en 1999 se impuso la paridad con el dólar, esa moneda única de verdad.
 

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