¡Oh, el mundo gira!

 


DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 135

9-2-2000

El Ejido, tierra sin pan

¿Y si el subnormal no andaluz hubiera sido un perro andaluz? Cuando nos atacan los nazis por el norte (aún sólo nos atacan los tímpanos) un grupo de criminales andaluces queman y apalean y escupen su venganza propia de seres humanos y sólo de seres humanos, qué lástima de especie, qué desperdicio de millones de neuronas, qué cantidad de nacimientos que evitados serían igual, desde aquella mitológica Edad de Oro. Años llevaban los intelectuales andaluces clamando contra la situación rechinante de los olvidados, los moros en guetos, los moros trabajando en los latifundios, los eternos latifundios de los eternos latifundistas, perdón por lo de latifundistas, que llamar a las cosas por su nombre sangrante ya no es costumbre en el siglo XXI. Y mientras hace unas décadas había comarcas españolas en las que ni siquiera había pan, ahora las hay con algunos habitantes encerrados sin pan en sus chabolas que temen asomar las narices tostadas porque pueden arrancárselas. Y si no salen, les queman la casa, y la policía cumple con su deber: proteger a los poderosos ante los débiles. Porque normalmente actúan con contundencia, sí, y duelen sus golpes de porra en el costado y duele su mera existencia como perros de presa del gobernador civil de turno. Pero en esta ocasión han recibido órdenes expresas de no evitar los ataques de los criminales que queman y apalean y escupen su venganza porque esta vez los criminales son de los de su banda, de los blancos con Documento Nacional de Identidad. El presidente del gobierno español, en su línea de declaraciones gloriosas, ha reprochado a la oposición que utilice estos sucesos políticamente contra él. ¿Qué quería, que todos alabáramos su acertada actuación, que le ha colocado en la evidencia de su inoperancia? Con su agudeza de estadista, como perpetrando el ensayo de un crimen, tilda de exagerados a quienes vemos en los nazis una amenaza, mientras alienta a sus bases nazis a seguir aplicando la ley del talión multiplicada por mil. La minusvalía psíquica del asesino de la joven andaluza sólo es equiparable a la de las hordas apaleadoras. La barbarie de las hordas apaleadoras sólo es equiparable a la de quien minusvalora la barbarie nazi. La penosa incompetencia de quien minusvalora la barbarie nazi sólo es equiparable a la de los que le sostienen en el gobierno. Gentes con nombres y apellidos que analizaremos en próximas entregas.

 

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