¡Oh, el mundo gira!

 


DISCURS.O.S. por Melguencio Melchavas
Número 137

20-2-2000

El Museo de la vergüenza

Zaragoza. Una Asociación de Vecinos lanza una idea al Ayuntamiento: para revitalizar una zona degradada del centro histórico, impulsar un Museo de la Historia de la Ciudad en el emplazamiento de un cuartel abandonado. Antecedentes: durante la  llamada Operación Cuarteles, en los comienzos de los ochenta, por parte del equipo de gobierno socialista, se enajenaron los solares militares en desuso de la capital del Ebro para su conversión en zonas de uso público: parques, plazas, edificios sociales... La idea fue pudriéndose a medida que pasaban los años y los corruptos por los sillones, hasta llegar al actual gobierno conservador. Quedaron por el camino algún jardincillo y muchos edificios de viviendas. En el caso del Cuartel de San Agustín, parecía que la norma iba a ceder a favor de la excepción. Pero no. Si durante veinte años el lugar había permanecido varado en el olvido, el único motivo era que los constructores no le veían ningún atractivo especulativo. Pero los cascos históricos van a ser en poco tiempo el nuevo refugio de los ricos con estilo, y se huele dinero fresco. Así que un Museo, qué bonito. Pero también vamos a derribar dos pabellones del antiguo cuartel para construir viviendas, cómo no. Los defensores del Patrimonio Histórico no se han quedado callados, y nos explican que el cuartel fue un antiguo convento, y su uso militar sólo data de mediados del XIX. El lugar es de por sí un auténtico Museo de la Historia de Zaragoza, como atestiguan los innumerables restos arqueológicos. Villas romanas del siglo III, necrópolis musulmana, convento franciscano del siglo XIII, agustino hasta el XIX, con pinturas del XVI, claustro gótico, cripta barroca, vestigios de su asalto en la Guerra de la Independencia, objeto de la Desamortización de Mendizábal, municipalización con el nacimiento de los ayuntamientos democráticos, y objeto de rapiña urbanística en el actual cambio de siglo. Tanto es así que la misma Asociación que ofreció la idea al Ayuntamiento ha solicitado la paralización de las obras del Museo. Porque aunque la barbarie cultural forme parte de la actual política, y por lo tanto defina la penosa fase de la Historia de Zaragoza que atravesamos, derribar parte de la fachada del pabellón de ingreso del convento, eliminar los restos del claustro del XVI y demoler el muro entre éste y la iglesia, no parece muy compatible con la preocupación por nuestro pasado que enseñorean estos colosos del despropósito. No conformes con su hábil introducción del ladrillo, pretenden arrasar también con la Historia. A ver qué viene después...

 

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