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LA INCINERADORA

revista de opinión cinematografica
número 7

 

 

CULPABLE PARA UN ESCRITO

PEDRO ZAPATER PASEA POR LA HISTORIA DEL CINE

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¡Qué clase tienes, Harry! (Persiguiendo a El tercer hombre)

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Cuando Carol Reed y Graham Greene se reunieron por primera vez para hablar sobre una película que, según la imposición de los productores Alexander Korda y David O'Selznick, debía transcurrir en la Viena de posguerra, jamás imaginaron el éxito que ésta alcanzaría, ni que se convertiría en una obra maestra. Todo el material que Greene poseía para construir la historia era un pequeño párrafo escrito en la solapa de un sobre, y que no tenía especial relación con la situación de aquella Viena derruida y fragmentada. Con semejante suma de talentos, el elenco de actores debía ser igualmente notable, por lo que Selznick y Korda comenzaron a buscar candidatos para los papeles de Holly Martins y Harry Lime. Selznick, Korda y Reed mantuvieron un pulso a tres bandas durante todo el rodaje del filme, que terminó con la inclusión de Orson Welles en el papel de Harry Lime, mientras que para interpretar a Holly Martins se barajaban nombres como Cary Grant o James Stewart. Selznick, finalmente, propuso a Joseph Cotten. Si en un principio se pensó en Noël Coward -entre otros- para encarnar a Harry, más tarde sería desechado por los productores. Allanado el camino para Orson Welles, éste aceptó el papel con objeto de obtener financiación para su "Othelo", que estaba rodando en Italia. El hermano de Alexander Korda fue el encargado de ir a Roma en busca de Welles para llevarlo a Londres, pero cuando llegó se había marchado a Nápoles. Fue a Nápoles y ya no estaba allí, sino en Capri. Estuvieron jugando al gato y al ratón hasta que por fin se encontraron en Cannes. Welles era consciente de esta persecución e intentó divertirse hasta que se le acabaron los fondos. Orson Welles prefirió cobrar por su aparición en el filme 100.000 dólares en lugar de llevarse un porcentaje de taquilla: un error que recordaría siempre. Y por fin, completado el reparto, se comenzaron a rodar, en aquella caótica Viena, las primeras secuencias de la película.


En un principio, Welles acometió el trabajo como una película más, importante, sí; pero esto ya no impresionaba al genio, inmerso siempre en la realización de sus proyectos personales. Una de las primeras secuencias que tuvo que rodar fue la de la persecución por las alcantarillas: Welles se opuso a bajar a las cloacas vienesas, alegando que podía coger el tifus o cualquier enfermedad en aquel pestilente submundo. No obstante, el rodaje se llevó a cabo y Welles sucumbió ante el filme que, poco a poco, iba construyendo Carol Reed. Se dice que participó activamente en algunas secuencias realizando, en ocasiones, labores de dirección, pero realmente no fue así; la leyenda estriba, quizá, en el primer día de rodaje de Welles en el subsuelo vienés cuando le comentó a Reed que él era de California y que no podía meterse en semejante lugar. Reed le convenció diciéndole que mientras hablaban ya podrían haber terminado la secuencia. Welles echó a correr hacia abajo y luego volvió donde estaba el set gritando: "seguid rodando, voy para allá". Y esto es todo: el entusiasmo de Welles al ver una escena que pasaría a la historia. Como igual de memorable es la manera de presentar al personaje de Harry Lime, su rostro apareciendo en la penumbra al refugio de un portal, una de las escenas más impactantes de la historia del cine, y que ha quedado en la retina del espectador de por vida. En el recuerdo queda también su diálogo con Joseph Cotten en la noria del Prater. Aquí sí que se sacó de la manga, y sin atenerse al guión en ningún momento, el siguiente parlamento: "En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia, no hubo más que terror, guerras, matanzas... pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz, y ¿cuál fue el resultado?: el reloj de cuco...".


Viena permanece, hoy día, casi inalterable al paso del tiempo. Y eso que fue destruida en su mayor parte durante la II Guerra Mundial. Afortunadamente, se optó por reconstruir todo los edificios devastados en lugar de derribarlos y realizar nuevas construcciones. Todo esto permite, actualmente, poder reconocer con facilidad la mayoría de los escenarios donde se rodó el filme de Carol Reed "El tercer hombre". Cuando Reed se trasladó en 1948, junto con Graham Greene, a Viena, ésta estaba dividida en cinco zonas: rusa, inglesa, norteamericana, francesa y una central, que era internacional. Allí, en aquel puzzle posbélico, director y guionista comenzaron a trazar las líneas de lo que será su gran obra maestra. En los primeros meses de aquel año fueron perfilando el guión y se entrevistaron con varios actores austriacos, que vendrían a conformar un elenco de secundarios de lujo. Se pensó en un final feliz, a lo Selznick, pero Carol Reed se opuso. Optó por un plano secuencia de 56 segundos sin corte, rodado en la calle 2 del cementerio de Viena.


La película cuenta con un reparto excepcional en sus interpretaciones: los actores secundarios (uno de ellos es el barón Kurtz) son, en su mayoría, reputados intérpretes de la escena austriaca como Paul Hörbiger, Ernst Deutsch, Siegfried Breuer o Hedwig Bleibtreu, entre otros; Ernst Deutsch fue un descubrimiento del dramaturgo Max Reindhart; el niño delator, Herbert Halbik, ronda actualmente la sesentena, y era el hijo de uno de los técnicos del rodaje.


Hoy día, puede realizarse una visita guiada por la histórica Vindobona, donde un grupo de pirados, entre los que yo me encuentro, recorren frenéticamente a pie, durante dos horas y media, las localizaciones principales donde se rodó la película de Reed; corriendo como si fuéramos Orson Welles, entre exclamaciones "Oh, my god!" de los turistas norteamericanos al ver el quiosco por donde escapa Harry Lime. Y realmente sorprende que cada punto de la visita parezca intacto al paso del tiempo, permaneciendo inalterable, preso en el celuloide.


La visita comienza en la salida de la línea U4 del metro vienés, en Johanesstrase, próxima al Kursaloon Konzerte. De allí se inicia el recorrido hasta el primer escenario: el citado quiosco por el que desaparece Harry Lime (Orson Welles). Por el interior del quiosco se desciende hasta las cloacas (segunda localización), a una profundidad de ocho metros. Al emerger del subsuelo vienés se nos cuenta que los dedos que asoman por la rejilla de la alcantarilla en el filme son los de Carol Reed, el director, con un decorado al fondo, y que Greene se inspiró en un famoso doble agente, Kim Philby y en su amante, para la realización del guión.


Viena fue duramente atacada durante la II Guerra Mundial: la catedral de san Esteban y la Ópera se quemaron durante el asedio; Ring, Universidad, Schonbrunn: su gran salón de baile fue bombardeado -un lugar donde años más tarde, durante la crisis de los misiles, se reunieron Kennedy y Kruschev-. También los puentes y la noria del Prater fueron destruidos.


Otra de las localizaciones donde la visita se detiene es el hotel Sacher, donde se alojaba Joseph Cotten, y que está actualmente en reformas. Allí, en el bar del hotel, Orson Welles quedó muy satisfecho por los bloody marys que el barman le servía durante el rodaje, y así lo atestigua un autógrafo que muestra el guía. A continuación, el Café Mozart, donde se reúnen el barón Kurtz y Martins (Cotten): está en Albertina platz.


Después, a un ritmo frenético se llega a "Harry's place". La casa de Harry está enfrente de la Biblioteca Nacional Austriaca -un edificio que conserva manuscritos originales de Canetti o Kafka, entre otros grandes escritores, y que cuenta con valiosísimos volúmenes-. La casa que aparece en el filme está intacta, hasta las cortinas parecen las mismas. En la cinta, cuando el portero se asoma al balcón, éste no es el de la casa original sino uno perteneciente al edificio aledaño, es decir, la biblioteca. La razón se da porque la casa de Harry no tiene balcones.


Rápidamente, persiguiendo, perseguidos, atravesamos la plaza Micaele, en donde tiene lugar la famosa secuencia de las sombras con aquellos planos inclinados y donde se hallaban Halder y el café Maccaré. Después se nos señala el palacio de Justicia, que también aparece en el prólogo; el palacio Kinsky y finalmente uno de los lugares mágicos de la película, el portal donde aparece Harry Lime por vez primera con aquel gato. En el filme, el gato se mantenía juguetón con el cordón del zapato a través de la utilización de un hilo de nylon para entretenerlo, ya que es imposible amaestrar a un felino. Si bien, Carol Reed confesó que el truco para intentar atraer al gato fueron sardinas. Finalmente, se conduce al visitante a un pub, que nada tiene que ver con "El tercer hombre", donde una joven tañe su cítara emulando a Anton Karas.


Es éste, sin duda, un recorrido que complementa la ya de por sí extensísima oferta cultural que Viena posee. Las visitas se realizan los lunes y viernes, a las 16 horas, en inglés y alemán. Además, en el cine Burgkino se proyecta, tres días por semana, esta mítica película.


El grueso del filme se rodó en Viena, si bien ciertas escenas se realizaron en los estudios Isleworth, en Middlesex y London Film Studios, Shepperton, Inglaterra.


El centro de Europa es una zona de gran belleza, que no escapa a la atención cinematográfica, y prueba de ello es la cantidad de rodajes que allí han tenido lugar: Sisí, Scorpio, Amor inmortal o hasta Rex, en Viena; En Praga y Salzburgo: Amadeus, Sonrisas y lágrimas o Van Helsing... son sólo algunos ejemplos.

 

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Pedro Zapater

 

 
www.tausiet.com