ALÉGRATE, ALCORNOQUE

Por Antonio Tausiet

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Viva la vida alegre y divertida, vascos sí ETA no. Un rayo de sol, España va bien. Desde hoy, Amnistía Internacional no va a tener nada que denunciar, y en las calles era mayo. Los bancos no cobran por entrar, los cines proyectan Cine, los perros cagan en bolsas y los curas no salen de sus casas. Romeo besa a Julieta sin peligro y Caín mata a Abel alegremente. Esa chica de la esquina vende su alma a pobres diablos por placer, y aquel titiritero tirita de emoción en plena calle a 10 grados bajo cero. En el último campeonato mundial de ajedrez reparten peones de obra a destajo. Las mujeres caprichosas se someten a las órdenes correctas de sus sabios maridos: ropa planchada a la una, comida preparada a las dos, y el suelo encerado a las tres. Porque trabajar para vivir no es lo mismo que vivir para trabajar muertos en vida. La sonrisa de un niño, el pulso firme del policía, las elecciones democráticas, el hombre más viejo del mundo, vacas locas en petroleros hundidos, fuerza para vivir. Que no son gigantes, sino panificadoras. Peter Pan para hoy y hambre para el País de Nunca Jamás. Ejércitos pacificadores, hadas madrinas pornográficas, teléfonos inmovilizados, vendedores sinceros. Dios existe y a partir de ahí Jauja se prodiga. Vía libre a los instintos de los tigres carniceros. El olor de sobaco rinde plusvalías. Los pescadores recogen amarras porque por fin hay tres millones de canales navegables en cada televisor. Y nadie come pescado porque la carne ya está conectada a cada hogar con un gran ancho de banda. Cunde el desinterés por el arte porque la inspiración conlleva aspirar pólenes de plantas alucinógenas. Y ante las drogas, esa lacra, hay que decir no. Como ante el raciocinio y la ruina de pensar. La terrible estampa del camarero enloquecido que sirve los cafés con sangre. O los payasos católicos que rezan para que los demás se rían de ellos. Eso es la felicidad.