HAY QUE COMER DE TODO

por Antonio Tausiet

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¡La cantidad de tipos de restaurante que proliferan en una ciudad media de nuestro entorno! Atendiendo a su origen geográfico, podemos toparnos con chinos, peruanos, italianos, japoneses, hindúes, brasileños, marroquíes, vascos o típicos aragoneses. Pero también se clasifican por el tipo de comida que ofrecen, existiendo creperías, pizzerías, bocaterías, asadores, pulperías, vegetarianos, locales con las últimas tendencias de la moda culinaria o tabernas de comida casera. Cada lugar sugiere sus especialidades preparadas al modo de la casa. Y hay una cadena internacional que tiene por bandera gastronómica la denominada hamburguesa. Sus establecimientos de comida se encuentran en el centro de las ciudades de todo el mundo, recordando a la población que el tiempo de la variedad está próximo a desaparecer. Proclamando con sus escaparates de colores que la uniformidad es lo conveniente, que la diversidad es contaminante. La carne picada será pronto obligatoria para evitar que desarrollemos el sentido del gusto, para demostrarnos a todos que la globalización no es más que lo que antes llamábamos imperialismo. La ambición mortal de apoderarse de todo y de todos, el sucio juego de los restaurantes con figuritas infantiles de plástico que venden desideologización con patatas fritas. Asquerosos y brillantes templos de la pasión canalla por pisar el cuello ajeno, neocolonialismo que propaga la cultura de los dientes sonrientes y el dinero fácil engañando y robando. Entre a comer basura y saldrá convertido en escoria, como los cerdos que se revuelcan en el barro para esconder su propia mugre. Excrementos de las sociedades del bienestar, y vergonzosos reclamos envenenados en las capitales de los países pobres, los restaurantes Mc Donalds son, por derecho propio, el símbolo de la carroña y el capitalismo salvaje. Buen provecho.