LA TELEVISIÓN ES NUTRITIVA

Por Antonio Tausiet

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Con esta frase gritaban los chicos de Aviador Dro, mientras se inauguraban los años de la movida y los jóvenes se sentían tan libres como carentes de ideales por los que luchar. Ahora que ningún joven siente esa carencia, porque eso de los ideales por los que luchar es un concepto prehistórico, la Televisión está en el mismo sitio de nuestras casas que entonces: presidiendo la habitación más importante. Y la programación que emite es exactamente la misma también: noticiarios manipulados por el gobierno de turno, entretenimiento más vacuo cuantos más espectadores potenciales haya, y píldoras de arte en forma de filmes de autor o programas culturales, precisamente en los horarios menos accesibles. Así que seguimos bien nutridos, mientras apoltronados en nuestros sofás nos dan de comer los detritus que generan a paletadas los mediocres, y los genios permanecen amordazados por un sistema que los arrincona. Entre anuncios publicitarios e informativos del corazón, vamos enriqueciendo nuestro acervo cultural hasta la derrota final. Y sabemos con todo detalle a qué tienda fue ayer a comprar la famosa que surgió de la nada, o qué absurda inauguración presidió algún miembro de la Familia Real. Pero no todo es así de negro, pensará el avezado lector: cierto, existe aún algún programa inteligente con audiencias considerables, o intentos de dignificar géneros como la teleserie. Pero reconózcaseme que son excepciones aisladísimas, demostraciones palpables de que la regla general se cumple a rajatabla: la Televisión es nutritiva, y nuestros estómagos agradecidos nos harán ver milagros audiovisuales donde no hay más que adocenamiento y miseria intelectual.