LA LISTA DEL EXPOLIO AMERICANO

Por Antonio Tausiet

www.tausiet.com

 

 

 

El Ciudadano Kane de Orson Welles, Mr. William Randolph Hearst, multimillonario propietario de una cadena de medios de comunicación, responsable directo de la Guerra de Cuba y otras lindezas de hace un siglo ya, poseía un castillo en California, llamado de San Simeón. En 1930 compró para ubicarlo allí el monasterio románico de Santa María de Óvila, que estuvo en el término municipal de Trillo, Guadalajara. (Actualmente ocupa un solar cercano un almacén de residuos nucleares, que alberga basura radiactiva de la central de Trillo y otros restos atómicos procedentes de Francia y Reino Unido, informa Greenpeace).

 

A medida que el Monasterio se fue desmontando, cada piedra era marcada. Se llevaron a Madrid, a lomos de mula, en carromatos y en ferrocarril de vía estrecha. Y embaladas, doce barcos las transportaron a San Francisco. Hearst las acabó donando al Museo De Young de San Francisco, y alguien les prendió fuego, borrando las marcas de las piedras. Una congregación budista solicitó los restos, y nunca más se supo.

 

En 1951, Hearst compró también las 35.785 piedras del segoviano monasterio de Sacramenia. Han acabado a las afueras de Miami, visitadas cada veinte minutos por los turistas.

 

En 1960, salió por el puerto de Bilbao el ábside románico de la ermita de San Martín de Fuentidueña, Segovia, en 3.300 piezas, para ser emplazado en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

 

En la Hispanic Society de Nueva York duermen dos sepulcros del monasterio de San Esteban de Nogales (León); otros dos de la iglesia de San Francisco de Cuéllar (Segovia); y varias esculturas de la iglesia de San Pedro de Ocaña (Toledo).

 

El salón mudéjar de Santa Isabel de los Reyes (Toledo) se ve en el Museo de San Luis; dos capiteles románicos de Santa María de Labanza (Palencia), en el Museo Fogg de Cambridge; los sepulcros de los condes de Urgel, de Bellpuig de las Avellanas (Lleida), otras esculturas de San Pedro de Ocaña, el patio plateresco, la escalera, el salón principal y el artesonado del Castillo de Vélez-Blanco (Almería), en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

 

También en los Estados Unidos, aunque en paradero incierto, se encuentran el Patio de los Fuster de Palma de Mallorca y el artesonado del Palacio de Dos Aguas de Albatera (Alicante).

 

¿Y a que no adivinan de qué comunidad autónoma es el último de los expolios estadounidenses que recogemos? La portada de la iglesia románica de San Miguel de Uncastillo (Zaragoza), que se puede contemplar en el Museo de Boston desde 1915, fecha en que la vendió el obispo de Jaca.

 

Los datos reseñados, recogidos de una carta que Camilo José Cela envió a su editor inglés Philip Polack en 1963, recuerdan lo sucedido en siglos pasados con la inmensa masa de patrimonio cultural expoliado por las potencias coloniales (Inglaterra respecto a Egipto, etc.). Sin restar la primera responsabilidad, la de Estado e Iglesia españoles, un ejemplo más del papel que juegan los USA en la Historia reciente. Y nos preguntamos: ¿ha llegado ya el momento de solicitar las devoluciones, como están haciendo los países herederos de las Antiguas Civilizaciones, o deberemos dejar pasar unas decenas de siglos más? Políticos aburridos, ahora que ya estáis enriquecidos, buscad en esta ocupación una excusa para pasar el tiempo, mientras encendéis con nuestros billetes vuestros puros robados.