DERRIBOS ATARÉS (POR UN TUBO)

Por Antonio Tausiet

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El día Cuatro de Agosto de 1808, una columna del ejército francés se introdujo equivocadamente en el Tubo por la calle del Peso (actual Cuatro de Agosto), siendo acorralada por los zaragozanos. Este pequeño episodio de los Sitios de Zaragoza sucedió un día después de que los proyectiles franceses dejaran en ruinas la plaza de San Francisco (hoy de España). Eran tiempos de guerra, de derribo de edificios. Como ahora.

 

Ciento noventa y tres años después, un dicharachero alcalde de la misma ciudad autorizaba con su amable sonrisa que se derribasen tres edificios de la calle Cuatro de Agosto: los números 8, 10 y 12. Previamente, la empresa promotora de las reforma del Tubo, había derribado sin autorización las fachadas de los números 14 y 16. El simpático alcalde del Partido Popular impuso por ello una multa ridícula.

 

Cinco edificios (tres interiores y dos fachadas) colindantes, derribados. Cinco edificios declarados de Interés Ambiental, a tomar viento. El procedimiento es sencillo: se deja que los inmuebles lleguen a estado de ruina para así verse obligados a tirarlos. Es mucho más rentable construir nuevas casas que restaurar las existentes: pero es mucho menos rentable destruir la memoria histórica (edificios, ambientes, cultura, pensamiento, personas) para olvidar el pasado, porque desandar el camino es tan tonto como desaprovechar la experiencia. Pero si nos mantienen con los sesos huecos, pueden repetir sus tropelías eternamente. Claro. El Partido popular es la herencia histórica de la sinrazón, la costra permanente que cuida la herida abierta por los ejércitos del oscurantismo.