LA TRANSICIÓN DEL EURO AL DÓLAR

Por Antonio Tausiet

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Ya se sabe que cuando los retrógrados gobiernan en España, corren buenos tiempos para los socialdemócratas en el resto de Europa. Que en este país siempre vamos unos cuantos años retrasados con respecto al resto del continente. Desde 1996, fatídico año de la victoria del Partido Popular en España, ha habido una mayoría del signo contrario en Italia, Reino Unido, Francia, etc. (Poco a poco se da la vuelta a la tortilla: Berlusconi ejerce ya de avanzadilla corrupta).

 

Durante los años anteriores al desastre español (llegada de Aznar al poder), hubo una convergencia europea de ideas avanzadas, que fue posible por la mayoría de centroizquierda que, desde finales de los años setenta hasta principios de los noventa, fue configurando una potencial Europa unida y democrática. (Si bien no dejemos nunca de mirar hacia el Sur: todo esto son sólo apaños entre opulentos, a expensas de los desheredados; África, Asia, Sudamérica). El gobierno de España se unió a estas perspectivas de futuro, sobre todo porque nos beneficiábamos de los fondos de cohesión. Las diferencias económicas entre los países de la Unión quisieron ser salvadas con este reparto, que quitaba dinero a los países ricos para dárselo a los menos ricos.

 

Otras decisiones democráticas del período de progresismo moderado en la construcción europea fueron la equiparación en derechos de todos los ciudadanos del continente, y el mercado único, con el invento estrella, el euro.

 

En teoría, una sola moneda iba a servir para igualar más (igualdad: justicia) a los miembros del club de occidente entre sí. Escondidos,  los perros sarnosos de la caverna ultraconservadora se frotaban las manos: igualdad, pero con nuestro guía y señor, el imperio del crimen, el guardián de Occidente: los Estados Unidos de América. Del mismo modo que los países subdesarrollados no tienen más remedio que utilizar la moneda de quienes les atenazan (sea franco francés o libra esterlina), Europa desemboca en el euro para llegar a la moneda única: el dólar.

 

La paridad euro-dólar se concretó hace una década, cuando se nos decía que así íbamos a competir entre iguales. Incluso los USA olieron a gato encerrado, y agitaron convenientemente los Balcanes para desestabilizar las buenas perspectivas económicas europeas. Pero poco después lo vieron claro: utilizando sus organizaciones satélites internacionales (OTAN...), dejarían bien sentado que su égida se seguiría extendiendo por todo el planeta. El gobierno supranacional de la industria de la defensa de los Estados Unidos, una vez que ha suplantado a la ONU, y en un plazo no mayor a cinco años, impondrá el dólar como moneda única mundial. Control absoluto, mando único, corrupción internacional.

 

Nos estamos acostumbrando a los céntimos de euro, pero sólo porque a los dueños de America On Line-Time Warner y General Electric-Matshusita se les ha ocurrido que así será más fácil que manejemos pronto los centavos de dólar. Heil, Bush.