EL PAÑUELICO

Por Antonio Tausiet

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La niña musulmana con su pañuelico viene muy bien para ponerla en una manta y lanzarla al aire como un pelele. A pocos de los que están opinando sobre el tema les importa una mierda si el pelele cae al suelo en una embestida poco calculada. El pelele sirve para llenar la boca de los tertulianos, para llenar las páginas de los periódicos, para que los intelectuales orgánicos digan amén a sus dueños multinacionales.

 

La niña musulmana con su pañuelico sirve también para desenmascarar a los racistas latentes. ¡Quitad el pañuelo!, dicen, como si con el pañuelo quitado la niña musulmana se convirtiese en “uno de los nuestros”, o, mejor aún, desapareciera.

 

Racistas que aseguran que si un inmigrante entra en nuestro país se tiene que convertir a nuestra “cultura”. ¿Qué cultura? ¿Alguien sabe qué cultura queda en nuestra sociedad?

 

Fanáticos que creen que en el mundo existen dos tipos de personas: los españoles y los inmigrantes. Que creen que los españoles somos los depositarios del Progreso de la Humanidad y de la Civilización. El resto de millones de personas del Universo son salvajes aulladores que cortan el clítoris de sus mujeres.

 

Ultramontanos que lavan su imagen putrefacta con el pañuelo ajeno, que acusan de discriminación a los demás mientras consideran mal menor la paliza diaria, que tienen en su casa un altar con la imagen sangrante de Isabel la Católica rematando la faena de España.

 

Meapilas que aplauden a las monjas y sus cofias cuando cierran a una niña las puertas de sus colegios pagados por todos, con la excusa del pañuelico.

 

Nazis supuestamente progresistas que hablan desde sus púlpitos de disciplina escolar para que la niña se quite la tela, mientras defienden también que los padres blancos y civilizados obliguen legalmente a sus hijos a obedecerles.

 

Perros sarnosos que creen que la vulneración de los Derechos Humanos es un asunto exterior, cuando ellos mismos propician con su sandez que en nuestro territorio prolifere todavía la discriminación por razones de sexo y de religión: ¿O es que en España se respetan los derechos de los laicos? ¿Y los de las mujeres? Claro, los Derechos Humanos de los inmigrantes ni se los plantean...

 

La niña musulmana con su pañuelico desvela, sin quitárselo, que otros llevan mantas llenas de mugre reaccionaria, que les cubren todo el cuerpo. Y mienten cuando solicitan la integración; ellos desean, ante todo, que no vengan. Y si vienen, que se conviertan en esclavos sumisos, que vistan como nosotros, que se aclaren la piel, que se bauticen y que recojan nuestra basura.

 

Esos racistas fanáticos ultramontanos meapilas nazis y perros sarnosos hacen, además, las leyes que impiden legalizar su situación a los inmigrantes, que vienen igual, pero arriesgando sus vidas y hundiéndose en las mafias. Hacen las leyes que perpetúan la exclusión, el hacinamiento, que culpabilizan a las culturas ajenas de los estragos de sus políticas propias.

 

También ha habido estos días gentes de buena voluntad que quieren que la niña se quite el pañuelo porque es un símbolo de sumisión femenina intolerable. Deberían darse cuenta de que quitando el pañuelo a la niña no se soluciona el problema de raíz: las condiciones socioeconómicas de los países del Tercer Mundo hacen que los presupuestos para alfabetización sean irrisorios. ¿Nos preguntamos ahora quién es el causante de que no haya dinero en esos lugares?

 

Y por último, una pequeña reseña a los cavernícolas que últimamente defienden el pañuelo: os tenemos vigilados y sabemos que defendéis el pañuelo para que no os quiten vuestros ridículos símbolos: la cruz, el signo del dólar y la madre que os parió a todos.