EL FUTURO YA ESTÁ VIEJO

Por Antonio Tausiet

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¿Cómo dice? ¿Que las ratas de un laboratorio son dirigidas por control remoto? ¿Que los científicos crean un ejemplar de una especie extinguida? ¡Ah!, pero eso del misterio de la vida... ¿no era un misterio?

 

Hoy el ser humano no sólo diseña máquinas con inteligencia artificial, sino que crea vidas nuevas y dirige seres vivos con mando a distancia. Pero siguen existiendo iglesias, consultorios astrológicos, médicos homeópatas y mamarrachos que viven de la ufología.

 

Cada día se da un paso más hacia la demostración irrefutable de la inexistencia de dioses, se avanza empíricamente hacia la incuestionable intrascendencia del lento camino hacia la muerte. Sin embargo, cada vez hay más humanos convencidos de que la Ciencia –el conocimiento vía experimentación- es sólo una forma de ver las cosas. Incluso prefieren otras tan absurdas como la fe, la revelación, el horóscopo o el copón. Maneras de llegar a las tinieblas de la sandez, donde acomodan sus nuevos desconocimientos.

 

Mientras, la comunidad científica continúa avanzando en sus logros, que las comunidades política y económica ocultan, desprecian o manipulan. Nadie tendría carencias nutricionales en la Tierra si los conocimientos ya adquiridos se aplicasen mediante la financiación de los distintos poderes. Pero la contradicción es evidente: nadie va a financiar la conquista de la igualdad desde la desigualdad privilegiada.

 

Los macacos mueven objetos virtuales con la mente en Arizona, y científicos australianos teletransportan fotones mediante haces láser. Estamos a un paso de la revolución de la materia, pero también y al mismo tiempo, de la dictadura planetaria. Si del fotón al protón no hay más que unos años para poder viajar en el espacio y el tiempo, del macaco al ser humano sólo hay unos cuantos asesinatos en masa más para convertirnos a todos en esclavos. En el paraíso de la contradicción, gritemos viva la muerte, y terminemos nuestra existencia con la sonrisa en la boca, esperando paraísos estúpidos e imposibles.