LA LISTA DE LOS TRAIDORES

Por Antonio Tausiet

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Se casó la hija del presidente de España, y su boda se convirtió en una metáfora de la burda cultura paleta que ha impuesto el partido conservador a todo el país. Y de la moral de jauría que aplican los que abandonan sus ideales humanistas para ser aceptados entre los torturadores. El marco: el monasterio del Escorial, lugar tenebroso, símbolo de la España Negra, casa común del PP.

 

La lista de invitados comienza por los reyes de España. ¿No es ya un dato sospechoso de manejo chulesco del poder por parte del arrogante padre de la novia? Que hubiese 400 periodistas acreditados también da una idea de la manera de entender el servicio al ciudadano de estos corruptos orgánicos. Pero continuemos con los asistentes...

 

En un intento de cerrar el círculo franquismo-transición-aznarismo, esta boda congregó a Manuel Fraga, Adolfo Suárez, y a todos los ministros del gabinete conservador. Sin  olvidar a los presidentes de comunidades autónomas españolas gobernadas por el Partido Popular. De la oscura etapa de gobiernos socialistas, sólo se rescató a los convertidos a la nueva religión del mangoneo. Por un lado, Miguel Boyer, muy cómodo entre ladrones de guante blanco, olvidada ya su etapa de ministro expropiador; por otro, uno de los esbirros más destacados de las políticas del PP contra el pueblo: Enrique Múgica, antiguo ministro ¡de justicia! y ahora manchando el nombre de Defensor del Pueblo.

 

No debemos olvidar la política internacional; por eso, el representante de Estados Unidos en Europa, Tony Blair, no podía faltar, dada su biografía de esbirro perjuro. Y el representante de la corrupción total, Silvio Berlusconi, cerrando la pareja perfecta de testigos de excepción. El poder de los medios tuvo la representación debida: Rupert Murdoch, el magnate australiano de la comunicación, al que Blair tuvo que visitar para ganar las elecciones (dueño de la Fox y el New York Post, pero también de The Times), y que quiere comprar Canal Plus... Ya en casa, el entramado de control de la información estuvo representado por los puntales del nuevo orden ideológico: Luis María Anson (La Razón), Javier González Ferrari (Onda Cero), Ernesto Sáenz de Buruaga (Antena 3) y Pedro J. Ramírez (El Mundo).

 

Las finanzas siguen controladas por los de siempre, y ahí estaban; representantes de los grandes bancos (no importa si procesados por delitos o no): Francisco González, Ana Patricia Botín y Emilio Ybarra; empresarios que sobreviven a cualquier vaivén del destino: Alberto Cortina, Alberto Alcocer, Fernando Fernández Tapias... y como guinda un tal Isidoro Álvarez, el presidente de El Corte Inglés, famosa empresa donde “los derechos constitucionales de libertad sindical, de huelga, de negociación colectiva, de libertad de expresión, el derecho a la vida, a la intimidad y a la seguridad de las personas, etc, están prohibidos y perseguidos con saña de manera habitual”, según un informe de CC.OO.

 

Respecto al mundo de la cultura, sus representantes fueron Julio Iglesias, Raphael –mástiles del recuerdo vivo del Generalísimo-, Mario Vargas Llosa, Fernando Sánchez Dragó, José Luis Garci –tres conversos a la moneda única: la suya-... pero sobre todo Camacho, Di Stefano y Amancio. Y Nieves Álvarez e Inés Sastre: la belleza concebida como un lujo, el lujo concebido como un ejercicio de sexismo parafascista, el parafascismo concebido como un modo de vida.

 

Ofició el enlace el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, conocido publicista de Escrivá de Balaguer, como cerrando el círculo de purga atroz del discurso de la razón.

 

Nadie sabe de dónde salieron los millones para pagar estos fastos, muy por encima de lo que se podría permitir la familia convocante, atendiendo a sus ingresos oficiales. Pero todos sabemos qué sucede cuando hay reunión de pastores: basta con matar alguna oveja para que se multipliquen los panes y los peces por arte de mafia.