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CRECIMIENTO
Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com

 

La ciudad de Zaragoza, esa urbe de mediano tamaño que sufrimos y disfrutamos la mitad de los maños (y cada vez más las gentes procedentes de otros lugares, como Senegal, Rumania, Mauritania, Ecuador...) tiene problemas de crecimiento. Normalmente esto se suele arreglar con jarabe de calcio, pero desde su Ayuntamiento (tanto da si dirigido por el Partido Popular o por el PSOE), lo que se aplica es el jarabe de hormigón.

Una reciente visita a las afueras de Zaragoza (yendo hacia Valencia) nos sirvió al coordinador del grupo parlamentario mixto de las Cortes de Aragón y a mí para comprobar que un inmenso páramo, donde ni los conejos se atreven a asomarse por miedo a resultar calcinados por el sol, donde las amapolas agonizan unos minutos después de destilar su preciado néctar, pronto será una gran urbanización: le llamarán Valdespartera y la memoria no nos falla cuando recordamos que el mismo concejal socialista que hoy es el responsable de Grandes Infraestructuras, hace pocos años fue el principal denunciante de que la ciudad se equivocaba si quería crecer por ahí.

No deja de tener su lado poético (lo apuntamos aquí para solaz de los ilustrados politiquillos responsables del desaguisado) que tanta superficie de canto rodado ya tenga excavadas sus flamantes cloacas: las bocas de las alcantarillas aún surgen del paisaje como chimeneas lunares que nunca exhalarán nada, destinadas a servir de entrada a un mundo réplica perfecta del que provocó su existencia...

Tantas veces hemos jugado a decir que antes de que una urbe crezca en su perímetro, hay que solucionar el problema de los pisos vacíos en el centro; tantas veces hemos oído de concejales tránsfugas como ése que la única razón para construir más y más edificios (adosados o no) en las lindes de las autovías era que los políticos y sus amigos los de la cosa inmobiliaria se forrasen a costa del resto de los ciudadanos, que creíamos que nunca nadie se atrevería a continuar la barbaridad.

Pero no. A medida que Zaragoza se despuebla en su casco histórico (primer cinturón) y ya sólo quedan allí viudas agonizantes, chinos vendiendo discos y ejecutivos de medio pelo que van de banco en banco, las orillas de sus carreteras circundantes (tercer y cuarto cinturones, carreteras nacionales, barrios rurales de recalificación instantánea) se ven repletas de parejas recién casadas que miran por la ventana y ven pasar los camiones.

Resulta hasta gracioso que el concejal (éste es otro) de urbanismo de la ciudad pertenezca al mismo partido que hasta hace poco se definía como antimilitarista y alternativo, el mismo partido cuyos integrantes fundaron asociaciones de defensa del patrimonio, de desarrollo rural, de salvaguarda de las esencias progresistas de Aragón...

Hoy los macroproyectos como Puerto Venecia, la urbanización señalada, otras aledañas como Arcosur (ese trágala de Chunta Aragonesista a cambio de dejar el estadio de fútbol donde estaba), o las construidas de camino a Huesca por el gobierno (socialista también) de Aragón, son firmados sin que el pulso les tiemble por miembros de partidos supuestamente tan obreros como los albañiles que se ganan el jornal convirtiendo a la ciudad en una especie de rosquilla de la que se alimentan los nuevos encorbatados, con un absurdo agujero despoblado en su centro.

Grandes victorias del gran capital, que denunciamos aquí para nada una vez más. Bueno, y qué. Lo importante es tenerla más grande.

Coda:
Escrito este texto, informan los medios aragoneses de que en Valdespartera las calles y plazas tendrán nombres de películas. Una primera impresión al respecto nos lleva a pensar en la nueva ocurrencia del equipo de cultura del Ayuntamiento. Pero hay que elevar la mirada siempre, y si esta noticia viniese de cualquier país alejado la veríamos con simpatía. La crítica es siempre sana, pero esta vez saludamos con visión positiva que Zaragoza tenga un "Paseo de Los Olvidados", por ejemplo. Aunque sea en un barrio que nunca debió existir.