EL NUEVO ESCUDO DE ARAGÓN Y EL MORO A LA CHILINDRÓN
Por Antonio Tausiet
www.tausiet.com

 

 


El presidente de la comunidad autónoma de Aragón, el socialista Marcelino Iglesias, ha lanzado la propuesta de eliminar las cabezas cortadas de los cuatro reyes moros del actual escudo de esta región.

Aragón es una tierra rica en todo tipo de productos naturales, valorados positivamente por los expertos en nutrición, al ser constitutivos de los beneficios de la dieta mediterránea.

Ya tenemos pues divertida polémica, que sigue la estela de la suscitada en Galicia respecto a la advocación de "Matamoros" del santo compostelano. Si todo fuese políticamente correcto, dicen los detractores de la modernización de los símbolos, deberían hacerse demasiados cambios. Y un sagaz heraldista nos da la clave para continuar la labor emprendida por los nuevos publicistas de la modernidad.

Para abrir boca, recomendamos un buen aperitivo: los quesos aragoneses. El Tronchón y otros de cabra, como el de El Burgo; el patamulo, de oveja; el chistabino o las distintas variedades oscenses, de vaca. No puede faltar tampoco el jamón de Teruel.

Lo primero que se pregunta el experto, antes de dar su lista de posibles modificaciones, es que cómo podemos considerar un deshonor un icono tan antiguo (emblema, le llama él). O sea, que como es muy antiguo, no puede resultar sencillamente vergonzoso. Las cabezas cortadas recuerdan, según él, la "gran victoria de Pedro I en 1096 sobre las tropas que desde el 712 invadían la península". Verborrea franquista de la mejor estirpe.

Y como plato fuerte, podemos elegir entre el ternasco... o el moro a la chilindrón. La receta es sencilla. Necesitamos una cabeza de moro, dos cebollas, un tomate, cuatro pimientos, un vaso de vino blanco, tres cucharadas de harina, aceite y sal. Partimos la cabeza del moro en trozos, la salamos y la enharinamos.

Y se abre un abanico de nuevas posibilidades: eliminar también del escudo la cruz de San Jorge, que hace alusión al cristianismo; asimismo la corona Real antigua, pues algunos querrían que Aragón hubiese sido siempre república; borrar de los escudos de Caspe, Ateca y Jaca las mismas cuatro cabezas (que en esta última localidad se pasean a caballo cada primero de mayo); quitar del escudo de Cariñena la cara con la nariz y las orejas cortadas, por apología de la tortura... Estamos completamente de acuerdo con estas propuestas, como con las de algún alcalde transtornado, que quiere eliminar de los nombres de sus calles las referencias a eventos y personajes fascistas.

En una sartén, doramos los trozos enharinados. En una cazuela, sofreímos las dos cebollas. Luego añadimos el tomate y los pimientos. Pasado un rato, le echamos el vino blanco.

Pero vamos más allá. Ya puestos a revisar las barbaridades que muestran escudos y banderas, ¿por qué no eliminarlos como símbolo oficial, teniendo en cuenta que no hay ninguna necesidad de continuar utilizando esos rancios estandartes militares? Cuando se construye un edificio nuevo, a nadie se le ocurre pedir que se haga siguiendo las leyes de la arquitectura gótica; si se quiere hacer una sociedad contemporánea, ¿por qué mantener esos vestigios heráldicos, que representan un pasado con el que nadie -excepto heraldistas carpetovetónicos y personajes de demás ralea- se identifica ya?

Una vez triturada la salsa, añadimos el moro troceado y lo cocemos hasta que esté bien hecho. Y ya está listo para comer el moro a la chilindrón. De postre, si queda hambre, unas frutas de Aragón o melocotón en vino. y si es Navidad, turrón de guirlache.

Otro ingenioso ciudadano apunta que si nuestro presidente pasará a apellidarse Mezquitas, y que si el Gobierno de Aragón no tiene nada mejor que hacer. Como si no se supiese ya claramente que lo del trasvase, esto del escudo y tantas cosas que preocupan supuestamente a la clase política aragonesa, son cortinas de humo para esconder -y esto lo apunta el ciudadano ingenioso con acierto- la absoluta falta de proyectos de la coalición PSOE-PAR. Que aproveche.

 


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